martes, 15 de junio de 2010

Tú juegas conmigo, y yo con la tentación.......


Después de un año sin actualizar mi blog, por fin vuelvo a la carga, con un título universitario y un máster casi finalizado...Durante todo este tiempo me he dedicado a escribir, aunque no en este blog, y aquí os dejo un pequeño adelanto de lo que espero, pronto sea un libro finalizado. =)
"La segunda semana de julio volví a visitar a Anna. El calor era tan insoportable que helaba cualquier atisbo de fertilidad. Durante los meses en los que me dejaron pasar jamás había sentido miedo. Me limitaba a caminar con la cabeza gacha, ya que cualquier mirada representaba en lo más profundo de mi ser una batalla perdida. Respetaba mucho a aquellas mujeres porque temía volverme como ellas.
Recuerdo aquel mundo hasta el último detalle, y lo que más recuerdo es el fracaso que sentía calándose en mis huesos. Qué desperdicio. Vivir con aquel sentimiento no era vivir. Significaba que me habían vencido. Ojala pudiera decirle eso a los que dejé atrás, pero, ¿habría cambiado algo? Posiblemente.
Anna respiraba a lo lejos, sentada entre cuerpos inertes llenos de desesperación, que parecían representar más bien espectros de una ilusión muerta. Quizás ella no lo sepa, pero antes de acercarme, solía dedicar cinco minutos a analizarla. Su sonrisa oxidada delataba la desesperanza que la vida había sembrado en su corazón. Miraba ansiosa a su alrededor, con rostro irascible y mirada penetrante.
A veces, cuando más humana me parecía, sus pupilas dilatadas parecían reafirmar la dureza de su carácter, salvaje, impropio del resto de los seres humanos que no vivían allí. Era el único rasgo que parecía justificar la pena que sentía al mirarla, y subsanaba así, lo injusto de su condena en aquel lugar.
Me senté en su banco, el que nunca estaba ocupado por ninguna otra mujer. La gente nos miraba, tal vez preguntándose el por qué de mi continua presencia en el lugar. Pero no podía mirarles demasiado, porque tenía el alma tan cansada, que prolongar las miradas hubiera sido como destapar el diario más sincero y echar sus hojas al viento. Y ante todo, era absolutamente vital que nadie sospechara la extraña coincidencia que me unía a aquella mujer. Estaba a punto de abrir la boca cuando Anna empezó a hablar.
-Vienes aquí con la esperanza de hallar respuestas sin comprender lo profundo que pueden herir tus secretos.-a veces me parecía imposible pensar que alguien que podía hablar así necesitaba estar allí.
-No pretendo encontrar respuestas, sólo necesito oírte hablar. Lo que está pasando es demasiado horrible para soportarlo. Si ella me hubiera dicho que no lo hiciera, o si yo no hubiera venido aquel día…
-No pienses esas cosas. Son como veneno para el corazón.
-No intento buscar respuestas, te lo juro.-me sorprendí a mí misma hablando con un tono de voz que parecía rogar perdón.- No sé qué hacer y la gente no tardará en hacer preguntas. Yo sé que puedo confiar en ti, pero ¿y si de pronto es como cuando ves a Camelia? ¿Y si pierdes la cabeza y lo cuentas?
-No me harían caso. Todo el mundo sabe que nunca hay que hacer caso a una mujer a la que han partido el corazón. Solemos mentir.
-Anna…
-Amelia, Dios siempre tiene un plan.-arrimó su cara a la mía por encima de la mesa que nos separaba.- Tener fe te salvará.
-Vamos, Anna, venga, tienes que pensar. Necesito que me cures con tus palabras. Necesito que me digas lo que tengo que hacer, que me hables como sueles hacerlo siempre, pero no me hables de Dios ahora.
-Ya no te sirve tu libro…tienes que volver a creer en lo que decía tu libro…
-Ha perdido la magia. Ya no soy una niña, ya no creo en esas palabras.
-Llevo viendo a Camelia todo el día.- dijo, con la mirada perdida y el rostro desencajado. Sabía que había fracasado de nuevo- ¿Sabes lo que supone eso para mí? La oigo, la veo tan real cuando se acerca a mí. Yo también necesito curarme, y me temo que tus palabras no serán suficiente.
-¿Sabes qué es lo peor de toda esta mierda?-sentía un nudo en la garganta por el dolor que me producían los recuerdos.- Que no daría ni un céntimo por volver atrás. Y siento que eso me convierte en una persona horrible. ¡Tienes idea de lo que es eso? ¡Querer gritar y no tener un sitio donde hacerlo? Tú puedes gritar aquí, puedes hacer todo lo que quieras mientras no salgas de estas cuatro paredes, tienes justificación. Pero yo no tengo paredes que delimiten mi vida y sin embargo miro a tu alrededor y sólo veo libertad.
-Puedes gritar cuanto quieras aquí dentro, pero sólo te responderá el eco de tu propia voz, y eso no sólo te recordará que nadie está dispuesto a oírte, sino que el silencio de después te hará mucho más desgraciada.
No consiguió convencerme. Miraba atenta sus labios, sus dientes, su lengua. Todo parecía tener sentido dentro de su boca. No quería hurgar en la herida, pero sin embargo me sorprendí a mí misma al pronunciar aquellas palabras:
-Pero, aunque eso sea lo que te destruya…tú tienes a Camelia para soportar la soledad de esos momentos.
-De la Rosa…no tienes ni idea de lo que es la soledad. Jamás te sentirás sola si eres capaz de estar contigo misma. Yo ni siquiera puedo garantizarme ese privilegio. Tú puedes rozar tu piel y sentirla tuya… -dijo mientras acariciaba mi brazo, pegajoso por el calor del verano.-Puedes acariciar tus labios y sentirlos húmedos.-pasó sus dedos por mis labios, humedeciéndolos con la punta de mi lengua. Me ruboricé y me eché hacia atrás súbitamente.- ¡Sentir que estás viva…jajaja!-carcajeó, y empezó a balancearse lentamente hacia delante y hacia atrás.- Yo no puedo sentir que Camelia está viva…y eso concuerda con lo que me decís los demás…pero a mí me parece tan difícil creer que lo que veo no es real…-balbuceó.-Si no puedo sentir su corazón en mis dedos y tampoco sentir que controlo los latidos de mi propio corazón, ¿cómo puedo no sentirme sola?¿Cómo podría sentirme libre, si no puedo saber si estos brazos y estas piernas, y estos latidos me pertenecen?-un hilo de saliva corría por su boca, y varios mechones de pelo caían sobre su cara debido al movimiento de su cuerpo. El regreso….el regreso…nunca dejes a merced de otros esa baldosa de tu libertad…el infinito está en tu mente…-había empezado a zarandearse con tanta violencia que me asusté y me levanté de un salto. Sentí el dolor de su ausencia cortar mis venas tan profundamente que volví a salir corriendo de aquel lugar. La gente me miraba atónita, como si no comprendiera por qué me asustaba o preocupaba ver a Anna reaccionar de la misma manera de siempre.
Siempre me ha parecido imposible acostumbrarse a ese tipo de reacciones, por muy propias que sean de alguien que necesita estar en un lugar como aquel. Comprender por qué dos seres humanos que sufren casi de la misma manera pueden tener reacciones tan distintas no sólo me asusta, sino que me crea ansiedad. Era irónico pensar que las palabras de Anna fueran lo único que me ataban a la realidad.
Lo más misterioso era que yo siempre la observaba desde fuera, sobrepasando casi el límite de lo prohibido, mientras que ella tejía sus palabras de manera que el eco de mis reacciones le llevaban a conocerme a fondo. Era algo de locos."

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